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LBJ aplaudió la Ley de derechos civiles de 1964

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Al dirigirse al congreso en una sesión el 27 de noviembre de 1963, presidente Lyndon Johnson pidió pronta acción sobre la propuesta de ley sobre derechos civiles. (Biblioteca LBJ)

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verano 2004, Vol. 36, No. 2

Por Ted Gittinger y Allen Fisher

Solo cinco días después que John F. Kennedy fuera asesinado en noviembre de 1963, Lyndon B. Johnson fue frente al congreso y le habló a la nación que aún estaba pasmada de los eventos que habían impactado al mundo.

Johnson hizo claro que seguiría con la agenda del presidente, particularmente una propuesta de ley que  Kennedy había buscado pero que enfrentó una fuerte y vehemente oposición de poderosos Demócratas del sur.

“Ninguna alocución o panegírico podría haber honrado a la memoria del presidente Kennedy tan elocuentemente como un pasaje de la propuesta de ley para los derechos civiles cuyos él había luchado por tanto tiempo,” les dijo Johnson a legisladores.

Después, les avisó a sus compatriotas demócratas del sur que tendrían que luchar y dijo: “Hemos hablado bastante en este país sobre la igualdad de derechos. Hemos hablado por unos cien años o más. Es hora de escribir el siguiente capítulo y escribirlo en los libros de ley.

El capítulo se convirtió en la Ley de derechos civiles de 1964.

Hace cuarenta años, Johnson se propuso llevar a cabo lo que había hecho en 1957 y 1960 como el líder de la mayoría, dirigir una propuesta de ley sobre los derechos civiles a través de un congreso controlado mayormente por demócratas del sur que se oponían fuertemente. Pero ya no era líder de la mayoría y no podía enganchar a miembros indecisos en el guardarropa o hacer tratos con ellos para conseguir su objetivo o prometer recompensas o castigos.

Esta es la historia de cómo Lyndon Johnson preparó el camino para esta legislación años antes y cómo coreógrafo que pasara este suceso histórico en 1964, un año en el que el movimiento por los derechos humanos estaba ganando movimiento rápidamente y cuando había inquietud a base de raza al jugar un papel en la campaña presidencial.

La historia es contada a menudo, pero esta vez será suplementada con detalles descubiertos de años recientes con la apertura de los registros telefónicos de la Casa Blanca de Johnson con fragmentos de la colección de historia oral de la Biblioteca Lyndon B. Johnson en Austin, Texas.

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Empieza en 1957, cuando Johnson era el líder de la mayoría del senado, ingenió el paso de la Ley de los derechos civiles en 1957, una hazaña categorizada como imposible hasta que él lo hizo. 

“Al ver que Lyndon Johnson puso esa propuesta de ley al frente, casi voto por voto,” dijo el ganador del premio Pultizer por la biografía de LBJ, Robert Caro, “no era solamente ver el poder legislativo, pero el genio legislativo.” 

Una de las claves por el logro de Johnson pue que él pudo juntar dos asuntos que no estaban relacionados, los derechos civiles y la construcción de una presa en Hells Canyon, en las montañas Sawtooth, ubicadas a lo lejano del noroeste del país. Senadores del oeste estaban ansiosos por la presa porque produciría una enorme cantidad de electricidad. Por años, defensores de intereses sobre la energía pública y privada habían luchado para determinar si la presa debería de ser construida por el gobierno o por compañías privadas. 

Los que favorecían la energía pública, generalmente eran liberales de los estados del noroeste y también estaban a favor de los derechos civiles, pero no tenían gran cantidad de votantes Afroamericanos en sus estados para cumplirles entonces si votaban en contra de los derechos civiles, no les afectaría demasiado. LBJ negoció un acuerdo en cual se intercambió algunos de los votos para apoyar al sur en cual una posición conservadora apoyaba una débil propuesta de ley sobre los derechos civiles. A cambio, sureños votarían por la energía publica en el cañón Hells. 

Un asunto clave de la propuesta de ley de 1957, como fue originalmente escrita, era la provisión de que ciertas violaciones de ella podían ser llevadas a corte sin el beneficio de un jurado. Pero como lo recuerda el exsenador Hubert H. Humphrey, el asunto era si debería de haber un juicio con participación de un jurado en la propuesta de ley de 1957 porque sería un asunto difícil hasta para varios liberales. Humphrey dijo que su antecedente populista había enfatizado la importancia de juicios con jurados, pero se había dado cuenta que los jurados en el sur jamás condenarían a ninguna persona blanca acusada de violar alguna ley de derechos civiles.

Aun así, los liberales adoptaron una postura firme, que no debería de haber juicios ante un jurado y que las violaciones de ley serían sometidas a procesos criminales, no a desprecio civil. Humphrey también se acordó que LBJ convenció al senador John F. Kennedy que votara a favor de juicios con jurado y eso no pareció haber lastimado las credenciales liberales de Kennedy. Juicios con jurado fue incluido en la ley. 

Como resultado, la Ley de derechos civiles casi era legislación sin dientes, cual fue una de las razones por las cual ganó la aprobación del senado. Aún, tenía significado. George Reedy, un asistente de LBJ por varios años, anticipó autores futuros con su evaluación de la Ley de derechos civiles de 1957 cuando escribió lo siguiente en 1983: 

Este es el punto que probablemente a causado la mayor confusión entre estudiantes del proceso político. Su error a sido examinar la propuesta de 1957 solo a base de sus méritos. La real importancia es que rompió las barreras para una legislación sobre derechos civiles y creó la posibilidad de leyes futuras…El senado es un cuerpo que continúa y sus actos deben de ser analizados no solo en términos de lo que hace, pero cómo construye un camino al hacer otras cosas. [Énfasis en lo original.]

En su historia oral, representante Emanuel Celler de Nueva York, quien era el presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, quien escribió en la propuesta de ley de 1957, pueda que haya exagerado su caso cuando dijo que la terminada Ley de derechos civiles “fue una propuesta de ley revolucionaria…valió la pena el acuerdo…pienso que los liberales se pusieron jubilosos porque tuvimos este éxito.” 

Johnson también ingenió que pasará la Ley de derechos civiles de 1960, cual otra vez casi no tenía dientes. Las dos leyes primordialmente se enfocaban en el derecho de votar, pero ninguna aportó esfuerzos realísticos. Pero puso el asunto de derechos civiles en la agenda legislativa y predijo futuras batallas de legislación amplia y complicada. 

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La administración Kennedy asumió el cargo en 1961 cuando existía sentimiento nacional que iba creciendo para tener legislación de derechos civiles más fuerte, con medios de ejecución.

El presidente Kennedy, sin embargo, detestaba pedirle al congreso por legislación más fuerte en el asunto. Aunque él simpatizaba con la situación de los Afroamericanos, sus instintos políticos le avisaron que no tomara acción.

Después vino uno de esos eventos que obliga a que un líder cauteloso actúe.

El 2 de mayo de 1963, el país vio con horror por la televisión como el comisionado de seguridad pública en Birmingham, Alabama, Eugene “Bull” Connor, y su policía y bomberos iban en contra de miles de manifestantes Afroamericanos, incluyendo estudiantes, atacándolos con perros, cachiporras y mangueras.

Para responder al clamor nacional, el 11 de junio, Kennedy estuvo ante televisión nacional para anunciar que mandaría una propuesta de ley fuerte sobre derechos civiles al congreso.

Horas después, Medgar Evers, el director de Mississippi National Association for the Advancement of Colored People (NAACP), fue asesinado en la entrada para el auto de su casa.

Kennedy empezó una campaña muy pública como cabildero al presionar varias organizaciones privadas para eliminar la segregación y demostrar apoyo por su propuesta de ley. Esto seguro condujo a la animosidad de los demócratas sureños poderosos quienes controlaban el congreso y cual tuvo serias implicaciones. Demócratas sureños tenían el poder sobre doce de dieciocho comités en el senado y doce de veintiún en la Cámara. Esto significaba que toda la agenda legislativa del presidente sería puesta en riesgo.

Una parte de la agenda era la propuesta del presidente de reducir impuestos, cuál era algo que quería con fervor. Creía que estimularía la economía y tendría beneficiosa influencia para la elección de 1964. Pero necesitaba tiempo para hacer su trabajo, entonces se tenía que pasar rápidamente y eso sería difícil. Conservadores en el congreso les disgustaba la propuesta de ley original porque crearía un déficit.

Si Kennedy iba a insistir en una propuesta de ley, mantendría al congreso ocupado en una riña que haría que la propuesta de ley sobre impuestos no alcanzara a ser discutida en la Cámara.

Kennedy decidió tomar el riesgo, pero tenía dudas perturbadoras. Le preguntó a su hermano Robert, “¿Crees que hicimos lo correcto al mandar la legislación arriba? Mira en el lio que nos a metido.” No tuvieron opción, respondió el procurador fiscal, el asunto tenía que ser enfrentado, e inmediatamente.

El 26 de junio, el Subcomité judicial No. 5 de la Cámara, comenzó sesiones sobre la propuesta de ley sobre derechos civiles. El subcomité estaba dominado por liberales y Celler era el presidente quien también era el presidente del comité completo y ese comité estaba más balanceado en membrecía. Se esperaba que la propuesta de ley no tendría mucho obstáculo en el subcomité y en agosto, Celler anunció que comenzaría sesiones cerradas para crear la propuesta de ley en su forma final.

Pero el presidente Kennedy secretamente le había pedido a Celler detener la propuesta de ley de derechos civiles hasta que la propuesta de impuesto saliera del comité de la Cámara, House Ways and Means, en la cual el representante Wilbur Mills de Arkansas era el presidente. Si la propuesta de derechos civiles salía primero, Kennedy temía que Mills contraatacara al detener el asunto de los impuestos. Mills, un conservador fiscal, le disgustaba los recortes de impuesto, en cualquier caso. Aunque Mills no detuviera la propuesta, los conservadores en el comité del senado de finanza eran capaz de hacerlo.


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Johnson tuvo junta con varios lideres de derechos civiles en la Oficina Oval en enero de 1964. EN la izquierda, Roy Wilkins, director ejecutivo de la NAACP; James Farmer, quien fue el director nacional del Congreso sobre Igualdad Racial; Martin Luther King, Jr., quien fue presidente de la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur; y Whitney Young, director ejecutiva de National Urban League. (Biblioteca LBJ)

Mientras tanto, la presión sobre acción sobre los derechos civiles crecía. El mayor esfuerzo de cabildeo jamás visto en la capital de la nación fue la marcha de Washington para trabajos y libertad (Washington for Jobs and Freedom) y tomó lugar en el verano de 1963.

Existió considerable angustia en la administración que el evento se pusiera pésimo, quizás se convirtiera en un disturbio masivo. Eso había pasado en otras marchas. A. Philip Randolph, presidente de Brotherhood of Sleeping Car Porters y el organizador primordial de la marcha se acordó  que tuvo una junta con el presidente Kennedy y el vicepresidente Johnson sobre esa pregunta:

Toda la pregunta involucraba lo correcto de la estrategia de tener esa marcha de tal magnitud en Washington y cómo podía ser controlada para que no se saliera de control…el presidente Kennedy estaba un poco preocupado sobre eso…

Uno de los problemas era que el asunto se desparramaba a las calles y que se involucrara con la violencia. Ahora, nuestra posición era que no podíamos garantizar que pasaría, pero habíamos tomado las precauciones para planear [en detalle], con una vista para evadir la violencia.

El 28 de agosto, casi un cuarto de millón de gente se juntó alrededor de la “Reflecting Pool” en el “National Mall” para escuchar la declaración de Martin Luther King, Jr., “Tengo un sueño.” No hubo violencia.

El 10 de septiembre en el Comité de la Cámara de Ways y Means, al final aprobó la propuesta de ley de recorte de impuestos. Eso le cedió el paso al subcomité de Celler para avanzar la propuesta de derechos civiles, no que la propuesta de recorte de impuestos hubiera sido algo remoto. Todavía tenía que pasar por el Comité de la Cámara de Rules. El presidente de ese comité era el súper conservativo “Juez” Howard W. Smith, un demócrata de Virginia. Allí, sería apuntada para ser considerada por toda la Cámara, a menos que Smith no la dejara pasar.

Después, eventos externos, alteraron el calendario del congreso.


El 15 de septiembre, cuatro pequeñas niñas Afroamericanas, fallecieron en Birmingham cuando una bomba explotó en la iglesia, Sixteenth Street Baptist Church. Hubo enorme furia nacional y los liberales en el subcomité de Cellar respondieron al presentar enmiendas a la carta de derechos civiles para fortalecerlo más allá de lo que William McCulloch, el líder moderado republicano quien pensaba que eso podía ser votado contra en la Cámara.

El presidente Celler, sin embargo, aceptó las enmiendas. Su estrategia era reportarle al subcomité una propuesta de ley tan fuerte que no podría ganar aprobación de todo el comité. Entonces, Celler trabajaría por obtener un trato y conseguir casi todo lo que quería desde el principio.

La versión más fuerte de la propuesta fue reportada favorablemente al comité completo el 2 de octubre y la lucha política interna comenzó en serio.

Lawrence F. O’Brien, el jefe de enlace para el presidente Kennedy y después para el presidente Johnson con el congreso, recordó esto de la siguiente manera:

Has tenido una batalla en dos lados al mismo tiempo. Tuviste una batalla con los conservadores en el comité, los demócratas del sur, republicanos conservadores, pero también tuviste una batalla ardua con los liberales. Su posición era la vieja historia de la mitad o tres cuartos de barra de pan y [ahora dicen] “no nos conformamos con nada menos [que todo el pan].” …Compartimos su punto de vista, y quisiéramos hacerlo a su manera.

Hemos sido acusados de ser débiles, pero por Dios, ¿vas a tener una legislación que valga la pena o vas a esperar unos cinco a diez años a jugar este juego? Esos liberales estaban sentados cuando dijeron, “No aceptaremos nada más que solo la propuesta de ley más fuerte sobre derechos civiles. Para no avanzar con los derechos civiles en el comité Judicial fue una posibilidad pésima. Y no solamente fue una posibilidad, estuvo demasiado cerca en convertirse en realidad.  

La administración Kennedy quería terminar con la lucha de los derechos civiles a finales del año 1963, para que no se continuara con ese para el siguiente año de elecciones. Esa esperanza se había desvanecido, aunque el comité reportó favorablemente a la propuesta de ley y a tiempo. Tomó hasta el 19 de noviembre para que la propuesta fuera puesta en el calendario del comité de Rules para ser considerada ante toda la Cámara de Representantes. El presidente Smith del comité “Rules,” estaba buscando maneras de reprimir la propuesta.

Pero el 22 de noviembre, a las 12:30p.m. en un día asoleado en Dallas, todo cambió.


Jack Valenti, un ayudante principal de Johnson, le dio lo siguiente sobre lo que había ocurrido la noche del asesinato de John Kennedy.

Doce horas después, LBJ estaba en su hogar en Spring Valley con tres amigos de confianza a su lado, el fallecido Cliff Carter, Bill Moyers y yo mismo. Estaba acostado en su gran cama en sus pijamas viendo la televisión, mientras el mundo se aguantaba la respiración en angustia y miedo y consideraban que el extraño vaquero de repente se convertiría en el líder de los Estados Unidos.

Esta noche, por casi las cinco horas que estuvimos con él, pensaba en los días que seguirán y planeaba lo que haría. Ninguno de nosotros que escuchábamos nos dimos cuenta que en ese entonces estaba revelando el plan para el diseño de la Gran sociedad. No le había puesto nombre, pero sabía con precisión asombrosa la convocatoria que haría para la cima de la montaña.

En su discurso hacia la sesión conjunta del congreso el 27 de noviembre, el presidente Johnson dio la noticia que quería acción pronta en la propuesta de ley de derechos civiles y sobre los impuestos.

Les pido con urgencia, como lo hice en 1957 y de nuevo en 1960, en promulgar la ley de derechos civiles para que podamos movernos hacia adelante para eliminar de esta nación cualquier rastra de discriminación y opresión que sea basada en raza o color. No puede haber otra fuente de fortaleza en esta nación en casa o en el extranjero.

Y segundo, ningún acto de parte de nosotros podría complementar la continuación del trabajo del presidente Kennedy que una implementación temprana de la propuesta de impuestos por la cual luchó todo el año. Esta propuesta de ley está diseñada para aumentar el ingreso nacional e ingresos públicos y para proveer protección contra una recesión. Esa propuesta, si es pasada sin demora, quiere decir más seguridad para esos que están trabajando, más trabajos para los que no tienen y más incentivo para nuestra economía.

El 29 de noviembre, después del día de acción de gracias, Johnson tuvo una cita con Roy Wilkins, director ejecutivo de NAACP, para hablar sobre la propuesta de derechos civiles.

“Nos preguntó si queríamos la propuesta, si haríamos lo necesario para que fuera implementada,” Wilkins recordó. “Dijo que él no la podía implementar él solo. Él era el presidente de los Estados Unidos. Le podía dar su bendición. Ayudaría en cualquier manera bajo la ley de la constitución, pero no podía cabildero. Nadie esperaba que él fuera cabildero para la propuesta. Pero en efecto dijo, pero no lo dijo directamente, “tienen la pelota, ahora corran con ella.”

Esta era una hipérbole de Johnson. Dado el registro legislativo de Johnson para el cabildeo para miembros del congreso, el presidente pudo dar a entender que no podía pasar los derechos civiles él solo. De hecho, el presidente había estado hablando por teléfono con el líder de la minoría del senado, Everett Dirksen, republicano de Illinois.

“Si el congreso a de funcionar en lo más mínimo y no puede pasar la propuesta de impuestos en entre enero a enero, entonces estamos en mal estado…La deberían de pasar en una semana,” Johnson le dijo a Dirksen. “Entonces, cada hombre de negocio en este país tendría algo de confianza…Le tenemos una obligación al congreso. Y tenemos que mostrar que ellos pueden hacer algo, porque nosotros no podemos pasar los derechos civiles. Eso lo sabemos.”

Johnson quiso decir que los senadores del sur de seguro obstruirían la propuesta de derechos civiles y no había los suficientes votos para detener el debate.


Los casetes telefónicos de LBJ


Ted Gittinger ha hecho entrevistas orales de historia por doce años en la Biblioteca Lyndon B. Johnson y ahora es el director de proyectos especiales allí.

Allen Fisher ha sido archivista en la Biblioteca Lyndon B. Johnson desde 1991 y trabaja primordialmente con colecciones de póliza doméstica.

 

Los artículos publicados en Prólogo no necesariamente representan las opiniones de la NARA o de cualquier otra agencia del gobierno de los Estados Unidos.
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